La sequía también amenaza al continente africano, que ha visto reducidas las lluvias de una manera tan alarmante que cerca de 38 millones de personas se encuentran en peligro a causa del hambre por falta de agua. En esta crisis se ven afectados los tres extremos africanos: el oriental (con Etiopía y Eritrea), el occidental (Mauritania), y el sur del continente (con Malaui, Zimbaue, Zambia y Mozambique), donde la sequía ha perjudicado seriamente las cosechas y el ganado.
La ONU denuncia que la sequía es una de las principales causas de pobreza en el mundo y que está empujando a 135 millones de personas a emigrar de sus países. El África sub-Sahariana, el Sahel y el Cuerno de África son las zonas más afectadas del mundo. Según algunas predicciones, más de 60 millones de personas de esta zona emigrarán al Magreb y a Europa antes de 2020.
Sin embargo, si bien la sequía ha sido el detonante de la crisis alimentaria que sufren muchos países africanos, las causas reales son complejas y varían de un país a otro. Reflejan una mezcla de pobreza, tiempo errático, gobernabilidad pobre y unas determinadas condiciones sociales y económicas. Son causas más de tipo estructural. La sequía no tiene porqué conllevar inevitablemente la hambruna, y prueba de ello es que una sequía de características similares en otro punto como Europa no tiene ni de lejos las mismas consecuencias que en África.
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